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(Procuro ordenar materiales dispersos, hoy 27.02.13. Una manera de reorganizar mi vida en tiempo de revisión y cambio, tiempos sociales confusos, por decirlo con mesura uruguaya. Tiempos arrachados, salidos de madre como el clima terráqueo. Yo vuelvo a mis pequeños amores de puntada pequeña y procuro ordenar materiales dispersos. En el espacio virtual no es tan fácil. Una etiqueta no te asegura que la entrada vaya dócilmente a colocarse en su sitio. Se indisciplina y va al frente. Tendrá que venir Andrés a poner las cosas en su sitio. Yo sigo tratando de juntar lo disjunto, lo disperso, lo desorganizado, lo desairado, lo diseminado por ahí.)

Acá estoy dando el presente para tratar de organizar un poco el material encontrado por Tati en la web. En este caso, el blog de Artes poéticas.



Escribir para ser una, para echar cuerpo. Pero antes, tener que hacer mil cosas. Por tanto: para ser una, hacer mil y una. ¿De qué escribir? De una cuenta que no cierra: para llegar a una, pasar por mil y una.

Escribir es una finalidad que se transforma antes de ejecutarse. Se escribe para llegar (para poder llegar) a ser quien se es. Pero para alcanzar el objetivo deben ser alcanzados y dejados atrás muchos otros. En consecuencia, llegar a ser quien se es resultaría ser el objetivo del objetivo del objetivo. Una aguja en un pajar. Una va y hace toda la fuerza que puede para adelante. (Escribo adelante porque pienso que el pasado es lo que se deja atrás.) Se hace fuerza para que la voluntad de escribir no se achique con la postergación. Se posterga porque sólo en otro lugar (que me imagino adelante, es decir, después) se podría escribir, ya que aquí no se puede porque siempre hay cosas que hacer. Pero el deseo es tan empecinado que hace fuerza, igual. Sólo que el movimiento de tracción, sostenido, que no cesa, que no debe cesar, transforma el movimiento. Puede desviarlo en busca de un atajo que adelante para el costado cuando todavía estoy atrás. En consecuencia, tanto atrás como adelante, escribir quedará marcado por el drenaje de energía puesto en propiciar la ocasión, aguardarla, saber darla por perdida y volver a propiciar el momento de escribir, es decir, de echar cuerpo. No habrá tema que sea más suyo que ése. Ni avance de una página sin marcha atrás.

Vuelvo al principio. Escribir es una finalidad que se transforma antes de ejecutarse porque las demoras, sustituciones y desvíos de los sucesivos planes de ejecución devoran energía de espera como si esto —perder tiempo haciendo cosas que hay que hacer, en lugar de lo que de veras hay que hacer— se impusiera como finalidad provisoria de la finalidad.

Si ese esfuerzo por sacarse de arriba los obstáculos que cada día pone en el camino del proyecto de escribir se vuelve carrera de obstáculos, no se podrá llegar a ser quien se es, por el buen camino. Entonces se escribe sobre esa imposibilidad. Por el camino que sea.

En ese caso, quizá hasta cambie la dirección del gesto: escribir para volver a lo anterior a todo. A la manada. Para refugiarse del hostigamiento hacia adelante que obliga a andar echando cuerpo a marcha forzada. Ir a echar el cuerpo en el pasto. Escribir en el aire.

[De morada móvil, Ediciones Artefato, Montevideo, Uruguay, 2004]





poesía es
cuando no le hago sombra
cuando filtra

porosa
persuadida

no yo. este comportamiento
esta manera dada sostenida
                              adentro/afuera


[En Tout fut ce qui ne fut pas, Ed. Autres Temps / Les Écrits des Forges (edición bilingüe francés-español), Marsella, Francia, 2002]

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